Cuando se me rompió el corazón.

Tenía el corazón tan roto que no latía como antes, estaba débil, cansado e iba lento… “Tal vez tengamos que ponerte un marcapasos” me dijo un medico general. Cuando llegue con un especialista con mi resonancia magnética, su boca hizo una micro mueca mostrando una risita y me dijo: no habrá necesidad de ningún marcapasos, solo estás deprimida.

Y ahí todo hizo click en mi mente, recuerdo sentir como el pecho me ardía y tenía lagrimas contenidas pero era cierto, siempre cansada, prefería estar en mi cama que ver a cualquier otra persona, mi cuello y mi espalda estaban chuecos de estar tanto tiempo acostada, mi vida era comer y dormir.

Alguien le puso nombre a lo que yo llamaba fatiga constante y servicio a domicilio diario, mi corazón realmente se había roto y yo tampoco ayude nada a que sanara, solo le agregaba más grasas saturadas y poco que lo hiciera vibrar y alegrar.

El poder nombrar lo que me pasaba fue clave para empezar mi proceso de terapia que desde ahí no dejo, llegue a un punto en que pensaba que María solo era un ser triste, "así mute y así ya soy", y no es cierto, sí soy eso, pero puedo ser muchas cosas más. La terapia, mis amigos, mi familia y el stand up alimentaban mi corazón y poco a poco logré alimentarlo de cosas chingonas hasta que sano tanto que hoy me siento con un chingo de energía y no es por presumir pero ya rara vez tomo una siesta.

Todo sana, todo pasa y el corazón se pone más fuerte y chingón.

María A Secas.